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Antes de volver a
Bamako para terminar con nuestro viaje, nos vamos a Djenne. Para
entrar en el pueblo normalmente se utiliza un transbordador,
pero el río está bajo y sí nosotros vamos con piragua (y esta
vez es una piragua) el coche puede pasar por el medio del río.
Pagamos la cuota de entrada y se nos asigna un guía.
Podemos
apreciar, en la ciudad los distintos tipos de arquitectura
tukulor y marroquin. Y vemos también la gran mezquita.
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El guía nos lleva a
la tumba de Tapama Djenepo: antes de construir la ciudad, la
superficie de esta estaba llena de malos espíritus. Y para
limpiar los malos espíritus se necesito, como no, el sacrificio
de una muchacha. Y como no habían voluntarias tuvieron que
engañar a la hija de un prohombre. La verdad es que al lado de la
tumba se estaba celebrando una despedida de soltera.
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Ya anochece y la
última visita del día es el pozo de Nana Wangara que era la
esposa favorita de un hombre rico y este le construyó un pozo
para que no tuviera que ir a por agua con las otras concubinas.
El pozo está
en el patio interior de una vivienda y es la hora de cenar, pero
nos atienden con gran amabilidad. Soulyman, el chofer, me
explica que el agua de este pozo cura las enfermedades, incluso
las que ni sabías que tenías.
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Al
día siguiente nos queda sólo hacer la visita del mercado que se
hace en la plaza, delante de la gran mezquita.
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Y
una vez más nos ponemos en marcha, ya hacia Bamako y de allí, a
Senegal. Y despedirnos también de nuestro octavo pasajero: el
coche que ha necesitado beber tanto como nosotros, a lo largo de
todo el viaje.
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